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24 sept 2009

LA COLUMNA DEL SEÑOR CORINTIO II

Me cansé de ser yo lidiando con este estado de eterna insatisfacción.
Estoy harto de perseguirme la cola como un perro, completamente asqueado y mareado por este circulo vicioso de necesidades que me abruman día a día: necesito bajar de peso, necesito cambiar el auto, necesito una amante, comprar un nuevo modelo de celular, irme de vacaciones, cambiar de trabajo, necesito agrandarme el pene, achicarme el ombligo, hacerme extensiones con los pelos del culo, “necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza”. Pero escucho a Sui Generis y me deprimo, presa de la nostalgia, al recordar aquellos buenos viejos tiempos en los que lo único que me preocupaba era aprender a escribir para dedicarle mi primer poema de amor a una compañerita del cole que me tenia loco.
Pero entonces, doctor, ¿como fue que me convertí en esto que hoy soy?. ¿Porque, cuando mi hijito de cuatro años me habla de piratas, yo interpreto que se está refiriendo a ciertos políticos? Pienso que se empezó a pudrir todo a partir del momento en el que compré esa mentira que sostiene que los Reyes Magos son los padres. Dejé de creer en los Reyes Magos y Papá Noel se convirtió en un señor gordo que vende Coca-Cola. Me fui adaptando a esos cambios, al principio oponiendo cierta resistencia, hasta terminar resignándome a la idea de que la vida no era como te la contaba Walt Disney y –como si esto fuera poco- si querés sacarte una fotito con el Raton Mickey … tenés que pagar!.
Y por ahí andamos, desperdigados por las calles, llevando a cuestas nuestras frustraciones.
Existe un concepto budista muy conciliador que dice que todo lo que la gente hace es en procura de su felicidad. Pero a mi me cuesta entender muchas de las boludeces que la gente suele hacer: llevar una mascota a la peluqueria, por ejemplo, instalar una antena de televisión satelital sobre una vivienda extremadamente precaria. De hecho, yo tambien suelo hacer boludeces, la diferencia es que no se nota, aunque no por eso me considero una persona feliz.

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